jueves, 13 de noviembre de 2014

Hielo.

Tu mano hacia arriba, abrochándome, abrigados hasta el cuello.
Yo con la capucha, tú con esa blusa, que prende hasta en el hielo.
Las manos en mi bolsillo, apretándome, como si te fuera la vida en ello,
no temas, ahora no puedo alejarme, no hasta que pase el Invierno.

Salimos a la calle, y todo blanco, pero no huele a boda,
arroces como copos, amores rotos como tantos otros.
Parejas pasean, tristes, pero con ayuda del frío disimulan,
llega la Navidad, la familia, toca mantenerla unida.

Las dudas son lumbre en chimeneas, “ya pasaremos esto”,
no hay verdad, no hay amor, no hay dinero, ni siquiera  tiempo.
Excusas del cobarde a mitad de Diciembre y con amante,
para mis navidades yo quiero verdad, risas y amor, como lo que había antes.

Nosotros somos distintos, diferentes,
pisamos con rabia los charcos para mojarnos,
nos pegamos palmadas para calentarnos las manos,
sin hacernos daño, empujando y tirándonos contra la nieve en todos los coches.

Nunca fuimos ángeles, más bien nos llama el Infierno,
ángeles los que hicimos como niños tirados en el suelo.
Desatando la locura, atando bien los sueños,
yo este año te regalo mi cielo, tu regálame tu miedo.

Volver a casa, noche mágica para chica de diseño,
el frío no traspasa, tras pasar la puerta a gusto entre peli, cena y brasas.
El síndrome de Enero, inerte, se ha quedado pequeño,
es lo que tiene estar con alguien gigante, gigante en valores, amor y sueños.


AAG

No hay comentarios:

Publicar un comentario