El amor nos la suele jugar continuamente enturbiándonos el alma y cegándonos la mente para no ver nunca más allá, para que podamos disfrutar y no nos ahoguemos en la crueldad de la vida que nos ha tocado vivir.
Al principio somos fuertes y creemos que nadie nos puede cambiar, que tenemos nuestras ideas claras, nuestros pensamientos y conclusiones sobre la otra persona y, sobre la nuestra. Desde mi humilde experiencia, eso no es así, nos creemos poder sobrellevar todo, pero hay un momento en que dejamos de pensar y lo que hacemos es dejarnos llevar a ciegas por una vida que está llena de obstáculos. Podemos esquivar muchos pero siempre acabaremos chocando con uno que haga recobrarnos la vista, sí, es tarde y ya hemos caído al suelo, ahora solo podemos levantarnos, tirar de la experiencia y que nadie nunca más vuelva a enturbiarnos la vista, nadie, ni si quiera tú, corazón.
Prefiero salir a ganar, a quitarme de en medio. Hoy prefiero empezar a pensar que me quedo de paso. Asustado de ser lo contrario de lo que soñé, con las manos manchadas de barrio, con el gesto cansado, de tanto que lo intenté. Y yo sin decir nada, con hambre de pecado, cantando de garganta y con la posibilidad de conseguir hacerte daño.
Y tú sin decir nada, sin ganas de verano, con ansia de revancha y con la posibilidad de que me estés envenenando. Hoy prefieres hablar por hablar, yo prefiero el silencio, menos mal que a la larga callar me mantuvo despierto.
Encantado de ser lo contrario de lo que soñé.
De tanto que lo intenté. Quique González
Y tú sin decir nada, sin ganas de verano, con ansia de revancha y con la posibilidad de que me estés envenenando. Hoy prefieres hablar por hablar, yo prefiero el silencio, menos mal que a la larga callar me mantuvo despierto.
Encantado de ser lo contrario de lo que soñé.
De tanto que lo intenté. Quique González