viernes, 26 de julio de 2013

Era verano.

Era verano, pero hacía invierno en tus ojos. El dolor se alimentaba de tu esperanza y empañaba esa bonita mirada. Sonrisa grande para que los demás no noten nada, al llegar a casa lágrimas, clinex, la almohada empapada. Bailar como única vía de escape, te hacía sentir libre, volar, no pensar en nadie.

Era verano y los días corrían más rápido que tus piernas: delgadas, largas y precisas como cada uno de tus movimientos. Te gustaba ir con prisa por la vida, no querías perder el tiempo. Siempre mirando al suelo sin fijarte y así fue como te tropezaste conmigo.

Era verano, me hacía gracia tu manera de evitarme, te evadías, huías cuando quería abrazarte. Llegó el día en que me cogiste la mano, recuerdo como sudaba y temblaba a la vez, y como se calmaba cada vez que apoyabas tu cabeza en mi pecho. Animal herido y asustado que solo necesitaba refugio.

Era verano, se estaba acabando pero ya me había bañado muchos días en tus ojos. Permitiste que te arropara en noches frías, en compartir mi olor contigo y en besarte cada vez que tiritabas. Matamos al miedo e hicimos renacer la esperanza. Podía dar la vuelta al mundo con solo bordear tu cintura con las manos y podía llegar al cielo con tan solo un roce de tus labios.



Era verano, era capaz de todo por verte sonreír.

No hay comentarios:

Publicar un comentario