miércoles, 15 de octubre de 2014

15/10

Ella me dijo que solamente ella merecía mi sonrisa, que no iba a dejar que fuera de cualquiera.

Tu llegaste mucho antes que el otoño, pero yo no quería verte..
Mi cuerpo había sufrido lo insufrible, lo había vendido al demonio, no tenía vida, caminaba sin rumbo como un ser inerte. Tus manos intentaban cogerme, pero el pozo era muy profundo y podías caerte, decías:  ten Fe, coge mi mano, no me importa caerme. Te arriesgabas, dejabas tu vida a merced la muerte, pero no te importaba, me chillabas “Adrián por favor déjame quererte”. Yo no respondía, en mi mente no había otra salida que perderse, creía que mi vida ya no podría tener mejor suerte. Y tu chillabas y me repetías “por favor déjame quererte”, coge mi mano, venga vente, 21 más 19 son 40, 40 años sobran para hacernos fuertes.
Al final escuché la voz de mi mejor amigo sonando dentro, me decía, despierta, escucha a quien ha venido verte. En ese momentos abrí los ojos y agarré su mano, la miré a la cara y era ella, quien siempre venía a verme. Su mano estaba fría, su garganta helada, pero seguía tirando de mí para sacarme de aquel sitio donde nada era nada, donde la angustia ahogaba y con ella el grito, pero ella seguía tirando de mí, me quería ver distinto. Huye de aquí la dije, pero ella insistía, déjame que esta vez luche por ti, déjame hacerte ver que tú no eres el único que por amor se moría.
Ya en casa, escuchaba el tac tac en mi ventana, incapaz de levantarme de la cama, ni movía la cara de la almohada, sabía que estabas allí, protegerme, hacerme ver que tu lucha no tenía fin.
Así pasaron los días, las semanas, hablando hasta las tantas, pero yo quería seguir estando solo, guardarme para mí mi fin de semana. Algún día, me venías a buscar a la salida, cogías el bus sólo para poder sentarte un ratito al lado mía, y solo te abrazaba cuando tocaba una buena despedida. Y tu seguías, misma melodía, cada intento tuyo por alegrarme el día, y yo en lo mismo, en la mía, tardaba en contestarte porque no quería hacerte daño, no sabía que decirle a la persona que pintaba mis días.
Pero..
Querías tanto mi sonrisa, que creaste mi sonrisa, el tiempo te dio la razón y tu voz era la única melodía. Cuando el bus cogía, cuando escuchaba cualquier canción por la Gran vía, algo me decía, Adrí, echas de menos a tu compañía.
Por acercarte, diste con la solución entre tanto desastre, sólo necesitaba algo en que creer,  alguien en quien creer cuando lo demás se iba al traste,  cuando me faltaba aquello que mis amigos o mi familia no podían darme. Y nunca dejarme, porque soy un fuerte guerrero pero a veces lloro porque no puedo con todo y me siento un lastre, pero si tú sujetas mi mano tengo libre la otra para mi corazón entregarte.

Nadie sabe que pasó, que pudo pasar o que puede pasar en adelante, pero me siento fuerte para volver a creer en alguien, y más si me dice,” pisaba tus huellas en el barro, porque quería seguir tu camino.”

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