miércoles, 15 de octubre de 2014

Carta XIX

Quizás te mentiría si te dijera que nunca fuiste para mí más que un par de versos. Yo quería pintarte en la ventana nubes, una por cada vez en la que decías a tus amigas, mi chico es que es un cielo.
Me encanta enfadarle, que se ponga tierno, me gustan los gestos que a veces tiene nada más despertarse de niño pequeño. Me encanta ponerme encima suya y que me lea alguno de sus cuentos, cuando me aparta el flequillo y me dice: “sabes que te quiero, pero las foquitas pesan y si aprietas más me muero.” Me encanta su buena Fe, su buen hacer, aunque el pobre con cada sorpresa no acierte, ninguna talla bien, cuando encima el bobo me dice que lo siente, que lo vaya a descambiar con él. Sus valores, su teoría del bien y el mal, sus enfados por cada persona que conoce que se burla de ser fiel.
 Me encanta oler su piel, cuando se echa ese spray tan suyo de olor a naranja, cuando dice que le huela y meto la nariz debajo de su oreja, le hago cosquillas y me raspa con la barba. Provocarle, mirarle cuando hay alguien cerca y subirme la falda, que venga corriendo y diga: “joder eso es trampa, ya verás cuando lleguemos a casa.” Me encanta cada te quiero que sale de su boca, que le cuesta un mundo decirlos. Sus pequeños ojos hundidos mirándome fijamente, o cuando se levanta y no los puede ni abrir y le llamo chinito y le soplo para rabiarle. Nadie sabe que significa mirarle, sentirme protegida por la verdad que transmite, sentirme protegida y abrazarle por saber que no miente. Cuando dice que mis ojos son feos y los suyos son verdes, que es tan idiota que me hace perderme.
Me encanta contarle a mi madre todo lo que hacemos, que es un chico genial, cuando llega y dice a mi madre “hola mamá”. Aunque ahí también le odio, luego llega la charla de mi madre, me encanta Adrián. Tienes la culpa de todo, de todo lo bueno, tienes tanta culpa que nunca me acuerdo de que haces mal, y si de algo me acuerdo se me olvida. Tienes la culpa de enamorarme ahora por primera vez y a mi edad, tienes esa culpa por tener esa sonrisa tan jodidamente bonita a la vez de picarona, de querer morderte una y otra y otra y otra vez, de querer que seamos velcro para que nunca pueda decirte adiós.

Creo que ya es hora de que suba esta “carta” que me hizo alguien que durante un tiempo fue especial para mí, más bien hicimos juntos, porque yo con lo poco que se, la corregí lo que pude para que quedara mejor, y como prometí  a esa persona, aunque haya pasado mucho tiempo la subo al blog.

Desde aquí solo puedo desearte lo mejor, que lo siento porque me pilló en  un mal momento donde yo aún sentía por otra persona y sabes que contra eso yo no podía luchar, pero que bueno, aunque haya pasado casi un año se echa de menos el frío por Madrid, el otoño, el metro, los cafés (aunque ahora ya me gustan), y que gracias por acompañarme aquel día al Corte Ingles a recoger lo de la carrera, jamás se me olvidará lo bien que nos lo pasamos. Veo que ahora te va genial, que estás en segundo y por lo que he leído has aprobado todas, así que me alegro mucho. Supongo que cuando lo leas fliparás porque no creías que lo subiría nunca y porque me conociste en una etapa que no era yo, y viste quizás mi lado más despegado y frío pese a todas las cosas bonitas que me escribiste en aquella carta. Gracias por hablar siempre bien de mí a la gente que te rodea, familia y amigos, eso lo valoro un montón. Un besazo.

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