Quizás te mentiría si te dijera que nunca
fuiste para mí más que un par de versos. Yo quería pintarte en la ventana
nubes, una por cada vez en la que decías a tus amigas, mi chico es que es un
cielo.
Me encanta enfadarle, que se ponga
tierno, me gustan los gestos que a veces tiene nada más despertarse de niño
pequeño. Me encanta ponerme encima suya y que me lea alguno de sus cuentos,
cuando me aparta el flequillo y me dice: “sabes que te quiero, pero las
foquitas pesan y si aprietas más me muero.” Me encanta su buena Fe, su buen
hacer, aunque el pobre con cada sorpresa no acierte, ninguna talla bien, cuando
encima el bobo me dice que lo siente, que lo vaya a descambiar con él. Sus
valores, su teoría del bien y el mal, sus enfados por cada persona que conoce
que se burla de ser fiel.
Me
encanta oler su piel, cuando se echa ese spray tan suyo de olor a naranja,
cuando dice que le huela y meto la nariz debajo de su oreja, le hago cosquillas
y me raspa con la barba. Provocarle, mirarle cuando hay alguien cerca y subirme
la falda, que venga corriendo y diga: “joder eso es trampa, ya verás cuando
lleguemos a casa.” Me encanta cada te quiero que sale de su boca, que le cuesta
un mundo decirlos. Sus pequeños ojos hundidos mirándome fijamente, o cuando se
levanta y no los puede ni abrir y le llamo chinito y le soplo para rabiarle.
Nadie sabe que significa mirarle, sentirme protegida por la verdad que
transmite, sentirme protegida y abrazarle por saber que no miente. Cuando dice
que mis ojos son feos y los suyos son verdes, que es tan idiota que me hace
perderme.
Me encanta contarle a mi madre todo lo
que hacemos, que es un chico genial, cuando llega y dice a mi madre “hola
mamá”. Aunque ahí también le odio, luego llega la charla de mi madre, me
encanta Adrián. Tienes la culpa de todo, de todo lo bueno, tienes tanta culpa
que nunca me acuerdo de que haces mal, y si de algo me acuerdo se me olvida.
Tienes la culpa de enamorarme ahora por primera vez y a mi edad, tienes esa
culpa por tener esa sonrisa tan jodidamente bonita a la vez de picarona, de
querer morderte una y otra y otra y otra vez, de querer que seamos velcro para
que nunca pueda decirte adiós.
Creo que ya es hora de que suba esta
“carta” que me hizo alguien que durante un tiempo fue especial para mí, más bien
hicimos juntos, porque yo con lo poco que se, la corregí lo que pude para que
quedara mejor, y como prometí a esa
persona, aunque haya pasado mucho tiempo la subo al blog.
Desde aquí solo puedo desearte lo mejor,
que lo siento porque me pilló en un mal
momento donde yo aún sentía por otra persona y sabes que contra eso yo no podía
luchar, pero que bueno, aunque haya pasado casi un año se echa de menos el frío
por Madrid, el otoño, el metro, los cafés (aunque ahora ya me gustan), y que
gracias por acompañarme aquel día al Corte Ingles a recoger lo de la carrera,
jamás se me olvidará lo bien que nos lo pasamos. Veo que ahora te va genial,
que estás en segundo y por lo que he leído has aprobado todas, así que me
alegro mucho. Supongo que cuando lo leas fliparás porque no creías que lo
subiría nunca y porque me conociste en una etapa que no era yo, y viste quizás
mi lado más despegado y frío pese a todas las cosas bonitas que me escribiste
en aquella carta. Gracias por hablar siempre bien de mí a la gente que te
rodea, familia y amigos, eso lo valoro un montón. Un besazo.
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