jueves, 16 de octubre de 2014

Borrador antiguo.

Me hace gracia la gente que piensa que yo no soy para siempre..
Yo hubiera matado por 10 segundos más de esa sonrisa, por haber abrazado un poquito más, haber apretado fuerte, fuerte, fuerte para que no se fuera cuando ya se desvanecía. Pero hay quien no sabe que es difícil apretar cuando alguien se va a kilómetros de distancia.
Cuando no te dicen nada y con eso todo, vete, vete y no vuelvas, y luchas por algo que ya sabes que está perdido, pero quieres seguir demostrando que aún crees en ella. Quieres que recapacite, que no tire todo a la borda por un mal día, y te muestras ahí, pero haces lo contrario y más agobias..
Te ahogas con tus lágrimas, te falta el aire pro tu propio llanto, esperas una llamada que te explique algo pero sabes que nunca va a llegar, y en efecto, nunca llega nada.
El río se desborda, incluso el mar se desborda, el mundo carece de sentido y es triste, tu mundo no era nada de lo que habías conocido.. Lo piensas, y salta a la cabeza esa cabaña con la que tanto cariño habías construido, a la primera duda, el lobo la había barrido de un soplido.
Aguantas varios días sin cabaña, e intentas poquito a poco construirla por ti mismo, pero no sirve de nada, tus amigos te dicen que pares, que frenes, que no insistas. No lo entiendes, te enfadas con ellos, ellos son los que no lo entienden porque no saben el amor que habías puesto en esa cabaña, tu cabaña, y entonces ellos te cuentan que a ellos y no a ti les llegó una nota; adiós, no me esperes, no quiero una cabaña rota.
Yo escribí mil notas esperando que fueran contestadas, tan sólo me valía un lo siento, no me gusta tu cabaña. Llegué a casa, y la empecé a odiar con todas mis ganas, no entendía como se había roto, que no pudiera ni arreglarla. Mi madre llegaba un día tras otro y me veía tumbado en la cama, no quería salir de ahí solo quería dormir y soñar con mi cabaña. Ella me dijo que no me preocupará, si se había roto para siempre era porque no tenía duende, y por lo tanto, carecía de magia. Yo no comprendía a mi madre, la regañaba, hasta que por fin, un día vi a quien no quería ver, feliz jugando en otra cabaña.
Desde entonces me dediqué a destruirlas, ya no quería refugio, no creía en nada, no quería escuchar ninguna palabra. Pasaron los días hasta que dejé de sentir nada, vinieron recuerdos preciosos y se me soltaron las lágrimas. No podría creer que se me dibujara tal sonrisa en la cara, que ni si quiera me cabía en ella, agradecí  todo lo atrás vivido y acepté que no pasaba nada por haberla perdido. Porque aunque la construí con mucha ilusión esa cabaña no valía nada, comprendí que sin duende era cierto que no había magia, que sólo había duende en aquella que se rompía, y volvía a ser reparada.

Un simple paso pudo haber cambiado mi destino, pero no me arrepiento de haber protegido tus sueños.
Te tengo.. en el cajón de los recuerdos, también en el de los olvidos, en el de los sueños rotos y en el de los sueños cumplidos.

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