domingo, 22 de febrero de 2015

(C)

Más mayor que tú, y sin embargo, a veces tan pequeño. Me siento diminuto cuando el miedo me invade y no te encuentro. Encendiste tu hoguera para cuando llegara el momento, prometimos que nada ni nadie podría apagar lo nuestro.
La ceniza jamás volvería a ser llama, pues aunque pese, la esparceria el viento, no podemos acabar helados, inmóviles y presos en este invierno. Si tiritas es porque primero se congelan las extremidades, el objetivo es proteger al corazón y que llegue la máxima cantidad de sangre. Mantenerse vivo a veces cuesta, sólo tenemos que aguantar un par de semanas más, será más fácil en Primavera.
Cuando el río suena, está contento porque se descongela, vuelve la vida y se abre la veda, de caza triste y recolecta. Cuando vuelven las flores, la alergia, el néctar, cuando te enseño lugares secretos que de males desconectan. Cuando caminas apartando las piedras, las golpeas y pierdes equilibrio, la naturaleza siempre gana la guerra. El sonido de los pájaros interrumpido por los aviones, pero yo quiero más flores, más animales, y saltar los cotos de caza donde tantos días hicimos escaramuzas. Enseñarte a montar bien en bicicleta, que vayas delante y estar todo el camino preocupado por ti y de que no te caigas, empujarte desde atrás o sujetarte bien el manillar cuando haga falta. Porque quiero que veas todas las estrellas, que veas los sitios tan bonitos que las rodean, que duermas cerca, de mi, de todas ellas. Que no hagan falta planes, ni excusas absurdas, que durmamos un par de días fuera sin que le importe a nadie. Si hay lobos yo haré que ladren, quizás yo sea el único lobo que aulle dentro de sus propias carnes. Por eso tengo ganas de primavera, de que se acaben estos malos horarios que alargan la espera. Que vengas, que conozcas como son mis tierras, si chica de ciudad es tan compatible como yo quisiera. Y lo siento si a veces soy tan aventurero, pero tú me haces que lo sea, nací siendo así, necesitando correr para despejarme, y para ser feliz, andar y sentirme bueno entre maleza. A nadie le enseñé nada más que tierra yerma, a nadie jamás le he enseñado el secreto de mis lugares, porque necesito tiempo, y tú tienes tiempo para darme. Espero acabar exámenes, que pueda yo picarte, y ganarte esta vez yo en las notas, que siga viendo tu pelo dorado en clase cada miércoles. 
Ahora estamos un poco fríos, pero se lo que quiero, y se lo que te cuesta, porque a mi mismo me cuesta entenderme. No lo he pasado todo lo bien que he querido, he querido más de lo que se podía y tengo miedo de volver a pasar ese límite. Por eso me disculpo cuando me paso algún día sin hablarte, cuando no te contesto, cuando vuelves a hablarme y me llamas y te cuelgo. Te lo diré mil veces, por aguantarme mereces el cielo, la paridad de una de tus sonrisas vale 10000 de mis versos. Y te juro que me gustan tus besos, que eres única por fuera y por dentro, que hasta yo mismo me sorprendo de que te fijaras en mí, si te quitaba la mirada porque me ponías enfermo. Ahora adoro tus buenas noches, los kilómetros que hacemos, el juego de llegar a clase y hacer que no nos conocemos. De seguir así, está claro que algún día explotaremos, tiempo al tiempo, ya lo decían, y tú lo has cumplido, de Madrid al cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario