jueves, 24 de octubre de 2013

Amor y vejez.

Espero poder dedicarle cuando sea viejecito este poema a mi mujer.

Cuando ya no estemos,
alguien comprenderá
que lo nuestro fue algo más
que una historia,
algo más cercano al amor,
no sólo momentos de mirar
el tibio sol de otoño
a través de los árboles
de un parque.
Algo más que cruzar juntos la calle,
huyendo de la ladina soledad
que planea sobre los inviernos,
rebotando en el cristal
de los escaparates,
que nos hacen
más ameno el paseo.

El tiempo hizo posible
para estos cuerpos derrotados,
hallar la estrategia adecuada
para matar la soledad,
aquella que nos dejara a la deriva,
a los dos, en nuestros tiempos
más difíciles.

Muchos creyeron
que se fingió nuestra felicidad,
que nuestro amor fue ficticio
en medio de este invierno
(por seguir vivos a contracorriente),
pero ahí están tus ojos,
a pesar de los años,
nacidos para amar siempre,
alegres a pesar de todo,
a pesar de todos…

Será más tarde…,
cuando no estemos
y el viento ciego del olvido
intente barrernos,
cuando alguien comprenderá
lo hermoso que fue hibernar unidos,
darse, aún en la lentitud
del último tramo,
viviendo la derrota más íntima
haciéndola triunfo de la vida,
quizá no demasiado próximo
a lo normal, pero tan musical
como lo fue siempre…


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